Había dos hermanas que, aunque compartían el mismo hogar, eran completamente diferentes. Marta era la tranquila, la soñadora que se perdía entre páginas de libros y en su propio mundo. Clara, en cambio, era extrovertida, llena de energía y siempre dispuesta a vivir nuevas aventuras.
A pesar de sus contrastes, el amor entre ellas era inquebrantable. Marta, aunque más reservada, siempre apoyaba a Clara en cada uno de sus proyectos locos. Clara, a su vez, entendía que detrás de la calma de Marta había una sabiduría profunda que la inspiraba a ser mejor.
Con el tiempo, las diferencias se convirtieron en una fuerza que las unía aún más. Marta le enseñó a Clara a reflexionar y disfrutar de los momentos tranquilos, mientras que Clara mostró a Marta la belleza de salir de su zona de confort y vivir con intensidad. Juntas, comprendieron que lo que las unía no eran las similitudes, sino el amor que siempre tuvieron en sus corazones. 💛💛
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